domingo, 31 de diciembre de 2017

Nervous Kids

Era casi verano de 2015, casi. El clima ofrecía el calor suficiente como para que pensases que era verano, pero realmente la sofocadora estación no había llegado aun. La primavera había pasado su meridiano y comenzaba a disiparse. Yo acababa de bajarme de un autobús que había cogido por primera vez y al llegar estaba un poco perdido, aunque no recuerdo el momento en el que bajé, ni cómo la saludé. Recuerdo una escena, clara como el cristal, momentos después.

Paseábamos por la calzada que rodea un parque vallado, gigantesco. A mano izquierda teníamos árboles verdes, de ese verde intenso que solo puede ofrecer una tarde casi veraniega. A mano derecha, teníamos una carretera por la que pasaba algún coche esporádico. A mano interior, las nuestras se entrelazaban, casi sin querer, agarrándose para no perder la estabilidad. Caminábamos con la pereza que ofrece un momento así a las cinco de la tarde, lentos, casi con cierta torpeza, pero disfrutando del paseo. El aire estaba impregnado por esa suave brisa que trae olores de plantas y del mar. No hay que olvidar el mar, porque lo teníamos cerca, y aunque no llegábamos a verlo, su presencia siempre se nota.

Ella iba vestida con pantalones cortos vaqueros, de un azul claro, mostrando sus hermosas y pálidas piernas. Llevaba una camiseta de manga corta, blanca, de alguna banda que no recuerdo. Su cabello rojo como el fuego resaltaba con aun más intensidad gracias al sol, y ofecía una gama de colores preciosa, casi tanto como ella. Es curioso, lo recuerdo todo, excepto cómo iba yo.

¿Has escuchado Charmer, de Tigers Jaw?
Lo escuché hace un tiempo. Recuerdo alguna canción, pero no demasiadas. Aunque recuerdo su portada, estilo de punto bordado con una flor. Es muy bonita, me encantan las portadas así.
— Sí... la verdad es que es genial. Tanto como el disco. Estos días ando escuchándolo sin parar.
—¿Sí? ¿Te ha dado por él?
— La verdad es que sí, tengo varias canciones en la cabeza y no puedo sacarlas, como Teen Rocket. Aunque la que más me gusta es una que se llama Nervous Kids.
¡Sí! esa sí que la recuerdo. Es genial.

Esa fue la conversación, intercalada por sonrisas, que tuvimos mientras paseábamos por aquella escena mirando ambos al suelo. La había conocido hace unos cuantos meses y, aunque mi amor por ella estaba creciendo como si de un fuego salvaje se tratase, había cierta sensación de sorpresa, como si las emociones aun no se hubiesen asentado y estuviésemos explorando nuestras palabras y gestos. Irónicamente, en ese momento mientras caminábamos torpemente, nosotros éramos los niños nerviosos. Probablemente durase unos cuantos minutos, pero jamás olvidaré la pureza que evocó en mí aquel momento. Con 22 años, estaba volviendo a ser un niño, intranquilo, asustadizo, emocionado y con la ilusión de ir junto a una persona cogiéndole de la mano. Quizás fuese el olor a plantas frescas, a mar, el verde de los árboles, el marrón de sus ojos o su tímida sonrisa, pero fue uno de los momentos más naturales de mi vida.

Ese es solo una de las miles y miles situaciones cotidianas que ella consigue convertir en mágicas. Al final del día solo hace falta una mirada, una pequeña sonrisa y una conversación tímida para hacer que los momentos merezcan la pena. Y tres años después, sigue haciendo que me sienta como un niño nervioso.


martes, 7 de noviembre de 2017

The Summer Ends

I'm thinking about leaving
And how I should say goodbye
With a handshake
Or an embrace
Or a kiss in the cheek
Possibly all three

El verano ha acabado... el 7 de noviembre. No es ningún secreto que en Málaga solo existen dos estaciones, y hoy ha sido el primer día en el que he salido a la calle y he dicho «joder, qué frío». Tampoco es que haya una helada, pero ya se nota.

7 de noviembre... en teoría, hoy debería haber visto Interstellar, siguiendo la tradición que me propuse hace unos años. Tal película (la cual obviamente me encanta) se estrenó el 7 de noviembre de 2014, y decidí que la vería siempre ese día. Quiero decir, como tradición no lleva mucho tiempo, pero aun así...

Hoy ha sido un día de emociones mezcladas. A veces uno piensa que las cosas duran para siempre, pero por más que uno desee algo, no siempre se cumple. Es curioso, ¿verdad? es una de las verdades más obvias que podemos encontrarnos, pero aun así siempre caemos en ella. Y quizás me equivoque, o quizás mis intenciones son irrelevantes.

Estaba esperando a que el verano acabase, a ver qué sucedía. Pero nada ha cambiado.
Bueno, sí, hoy no he visto Interstellar.


domingo, 7 de mayo de 2017

Flume

Quiero recordar hoy día 7 de mayo de 2017 como un día en el que me sentí lleno, libre y feliz por cómo las cosas han avanzado en mi vida. Ando tirando en la cama escuchando Flume de Bon Iver mientras me siento como si viviese en un capítulo de Cómo Conocí a Vuestra Madre, pero no hablo de un capítulo como el de Tantrum, hablo de esos capítulos que te llegan al alma, capítulos como en el que muere el padre de Marshall o Robin descubre que no puede tener hijos.
Es como si las cosas hubiesen seguido el camino correcto y por fin todo estuviese en su sitio, pero no hablo de un sitio normal, hablo de ese tipo de sitio en el que las piezas encajan de forma perfecta hasta formar algo completo. Hoy las piezas hacen que mi historia tenga sentido.

¿Qué me depararán los años venideros? espero que muchos puzles, muchas piezas y muchos caminos que recorrer. Que el viento me lleve a través de las grietas y el cielo siempre me acoja junto a la luna.


sábado, 25 de febrero de 2017

Infinity Exposed

Sufrimos, sonreímos, lloramos, nos sentimos felices, y a veces incluso queremos morir. Con un poco de suerte, queremos vivir. Pero ante todo amamos. Amamos momentos, el futuro y el pasado, los pequeños detalles y cosas que nadie (o todo el mundo) comprende. Es lo que tenemos todos en común; hemos sufrido, hemos sonreído y ante todo hemos amado. Da igual si es la cosa más corriente del mundo o la más horrible, nosotros la queremos con todo nuestro corazón, y creemos en ella. Dios, si creemos... Creemos en ella hasta el punto en que aquello que amábamos nos abandona, y en vez de seguir nuestro camino, nos consumimos hasta volvernos algo diferente y distorsionado, su producto. Y así continúa cada segundo de nuestra vida, mientras piensas que rotura tras rotura, tú por fin tienes las cosas claras y te conoces a ti mismo, pero no siempre es así. Te da igual perderte, quebrarte, renovarte y morir mil veces... Incluso perdemos la noción de las cosas.

Lo que más me fascina, es que a pesar de todo eso, seguimos amando. Nos despertamos cada día, quizás no con una sonrisa en la cara, pero con una chispa en el corazón que mantiene vivo el fuego en nuestro interior.

No digo que amar sea fácil... De hecho, hace muchísimos años escuché que amar significa sangrar, y opino que en parte es así. En parte. Otra parte es disfrutar y sentirse libre. Da igual si te amas a ti mismo, a otra persona o a una idea por la que quieres vivir a toda costa. Amar nos mantiene vivos, y nos da cuerda. Quizás haya días en los que la cuerda apenas da para la noche, y otras veces nos llega para una semana. Pero el reloj nunca se para.

Yo he encontrado algo que amar, y algo por lo que me vuelvo a sentir vivo. No sé qué me depara el futuro, pero el tiempo pasa y cada vez más siento que si alguna vez los mundos colisionan y muero por última vez, si es así, lo haré tranquilo.


lunes, 9 de mayo de 2016

Present Tense

"After years of waiting..."
Así comienza Packt Like Sardines in a Crushd Tiny Box, de Radiohead.

Ayer, domingo 8 de mayo de 2016 fue un día lluvioso. Quizá no suene espectacular, pero cuando vives en el sur de España, un día lluvioso es espectacular. Eran las 17:45, y en una hora aproximádamente había quedado con mi pareja para ir al museo Picasso. Antes de salir me asomé por la ventana y miré al cielo. Tenía pinta de que me iba a pillar el aguacero, y así fue, pero dio igual. Cuando vives en Málaga la lluvia es tan escasa que cuando se te presenta solo puedes darle la bienvenida con los brazos abiertos. Así que me puse los zapatos, me abroché la camisa, me enfundé la chaqueta, cogí el paraguas y salí de mi casa.

Normalmente cuando cojo el ascensor tengo la siempre dura decisión de qué disco escuchar por el camino, pero ese día sabía qué disco escuchar exáctamente. Saqué el MP4 y puse Amnesiac, de Radiohead. ¿Por qué ese disco? pues porque a los días lluviosos han de acompañarle discos tristes, y eso es una verdad universal. Pero no solo era por eso. Resulta que el domingo 8 de mayo Radiohead sacaba nuevo disco, y eso es un evento único. No sacaban disco desde 2011, y esta banda es muy especial para mí. Si hubiese escuchado otro disco ese día habría sido como traicionar a un amigo, o como faltar el respeto a uno de tus mayores. Además, Amnesiac se creó con la triste y gris imagen de la Londres lluviosa, así que pensé que no podía haber mejor escenario ni música que le acompañase.

Efectivamente, me cayó la de dios. Se me empaparon los zapatos enteritos, y mis pies sentían un frío digno de cualquier invierno. Los pantalones también se llevaron su buena ración de agua, hasta las rodillas prácticamente, pero me daba igual. Presencié la casi inexistente actividad de la ciudad en un domingo lluvioso, sutilmente contrariada por el frenetismo del que dota a una escena la lluvia intensa. Caminaba feliz, cantando y pensando la alegría que puede traer a veces algo tan simple como un cambio en el clima.

Al rato llegó mi novia, y fuimos juntos hacia el museo. En esa exposición había un cuadro en particular, Mural, de Jackson Pollock, y ese era el que íbamos a ver. Yo nunca he sido un apasionado del arte, para qué voy a mentir, pero el hecho de ver un cuadro histórico y único debería emocionar a cualquiera. El museo estaba hasta arriba, olía a humedad y había más gente rara de la que podría contar, pero aun así me encantó. Contemplar aquel cuadro tan inmenso, con sus colores formando una batalla por ver cuál se alza entre el laberíntico caos que representaban los trazados, más bien salpicados en el lienzo es algo digno de ver. Pero como he dicho, no entiendo de arte, así que el análisis del cuadro se lo dejo a aquellos que sí. Huelga decir que me impresionó y que disfruté mucho de su presencia. Yo y mi pareja nos dimos un pequeño paseo por lo que quedaba de museo mientras le explicaba el porqué True Love Waits de Radiohead nunca ha tenido versión de estudio, solo en directo, y nos fuimos. El resto fue una sucesión de paseos bajo la lluvia, manos agarradas, empujones a traición e intentos de que a la otra persona le cayesen gotas en la cara. Yo, al menos, lo conseguí.

Esos momentos se sintieron especiales. Pasear bajo la lluvia con una persona que aprecias te une un poco a ella. Te apretujas, intentas mantener el calor, o si tienes la suficiente confianza, te mojas por ella. Así fue ese oscuro domingo. Y juntos paseamos y nos despedimos con la tristeza que solo puede transmitir un adiós y un día gris. Cogí el bus y me encaminé hacia casa. Me ahorraré los detalles de las miradas filosóficas a través del cristal con las gotas cayendo por éste, pero volver al resguardo de un asiento también es placentero.

Llegué al hogar y me dispuse a escuchar el nuevo disco de Radiohead, A Moon Shaped Pool, el cual había salido mientras estaba fuera. Ordené las canciones, les puse su correspondiente portada en buena calidad y le di al play. Fue como encontrarse con un viejo amigo al que esperas ver desde hace años, y abrazarlo. Como ser consciente de la tristeza que implica no haber sabido tanto del otro en cinco años, y de las historias que hay por contar. Conforme sonaban las canciones me iba poniendo más y más triste... no porque estuviese yo triste en sí, si no por la melancolía que acompañaba a la música. El grandísimo Thom Yorke (cantante de la banda) se divorció amigablemente en verano de 2015 de su amada mujer después de 23 años juntos. Podías palpar la tristeza del pobre hombre conforme cada frase sonaba, acompañada por una música que pocas veces he visto emparejarse tan bien con un sentimiento y el sonido de una voz. Y mientras sonaba la canción final, True Love Waits, te dabas cuenta de la grandeza de un día tan triste y a la vez bonito. Me gustaría explicar que True Love Waits fue una canción que Radiohead grabó en 1995 y a la que jamás ha dado versión de estudio, hasta este disco. ¿Por qué? podría haber muchas teorías, pero la más sensata sería que Thom Yorke ha sentido la necesidad de hacer oficial esa canción después de la evidente ruptura de su amor. Y creo que no hay mejor razón para grabarla que esa.

Así que, mientras la lluvia caía fuera y yo estaba tirado en mi cama, solo con la luz de la lampara de la mesita de noche encendida, decidí darle otra vez al play y escucharlo de nuevo. Quería reencontrarme con ese amigo, y recordar los paseos bajo la lluvia, el increíble cuadro de Jackson Pollock y el cómo un domingo gris, frío y lluvioso fue uno de los mejores de mi vida.
Burn the Witch suena, y yo cierro los ojos...